3.10.2012

Claves para comprender el arte abstracto

Por Néstor Martínez Celis
*Curador de arte,
 Artista visual profesor investigador de la
Universidad del Atlántico.

Una mujer observa ‘Antharfuchsone’ del británico 
Damien Hirst, en la sede de Christie's, Londres/AFP

Sólo necesitamos un pequeño cambio de actitud y mirar
las obras de arte con un toque de imaginación. Si conoce la
trayectoria del autor es posible que las observe según esos
criterios, pero usted tiene libertad para volar.

Para comprender el arte abstracto no se necesitan gran bagaje
 filosófico ni dominar complejas teorías estéticas; solo basta abrir 
la mente, reorientar la mirada y disponer 
nuestra sensibilidad a flor de piel. 

Muchas veces nos perdemos de disfrutar algunas cosas de la vida 
por estar enfrascados en unos pocos pensamientos dogmatizados. 

Otras veces dejamos de conocer maravillas de la 
naturaleza por estar siempre mirando los dos o tres objetos 
que nos creen interesar. 

Y, a veces, desaprovechamos el deleite de exquisitos 
placeres por estar atascados en monótonos 
hábitos y rancias costumbres.

Para acercarnos y disfrutar el Arte abstracto solo necesitamos
un pequeño cambio de actitud y mirar las obras arte con 
un toque de imaginación.

Mirar un atardecer en Córdoba remite a la paleta de
colores del célebre ruso Wassily Kandinsky.
Si usted alguna vez ha contemplado una puesta de sol, sin darse 
cuenta en algún momento ha dejado de ver el mar, la playa y 
cualquier otra forma, para fijar la mirada en los colores del
cielo, en la asombrosa combinación de naranjas, amarillos, 
rosas, ocres, violetas, azules, malvas y otras tonalidades. 
Por minutos o segundos, termina abstrayéndose de la realidad 
circundante para gozar del espectáculo de la encendida paleta de 
colores de la naturaleza. De aquí a la comprensión de las 
pinturas líricas de un Kandinsky solo hay un paso.

Si usted ha volado en avión sobre una zona ricamente 
cultivada y se ha quedado absorto contemplando una diversidad de 
rectángulos y franjas de tonalidades verdes de acuerdo a la 
cantidad de parcelas sembradas, estaría usted muy cerca
de admirar también las acuarelas de Paul Klee y hasta   
las geometrías suprematistas de Kasimir Malevich.

Si alguna vez ha acercado la vista a un nido de pájaros y se 
ha quedado observando la enrevesada combinación de 
ramitas, pajitas, raíces y lianas, unas más gruesas que otras, 
aquellas en primer plano y otras en el fondo del caótico tejido, unas
 marrones, rojizas, ocres, pálidas, pardas oscuras y unas
 pocas amarillas, lo más probable es que a usted le pueda gustar 
las expresivas y gestuales pinturas de Jackson Pollock.


Observar la naturaleza puede ser 
el inicio para entender
al expresionista abstracto Pollock. 
Foto: Nicolás Avendaño.

Si después de la lluvia usted mira a través de un cristal condensado 
o humedecido y no atina a identificar las figuras de las cosas 
y solo ve manchas, franjas o formas geométricas con sus 
contornos diluidos y se queda embelesado con la vibración 
lumínica de colores y tonalidades, quizá también lo haga cuando se
encuentre frente a una pintura de Mark Rothko o de Helen Frankenthaler.

Cuando usted va caminando por una zona desértica y posa 
sus ojos sobre la arena, la arcilla, los relieves y altibajos del terreno, 
las texturas rugosas o porosas del camino y logra captar las
diversas coloraciones terrosas, sepias, ocres, sienas, amarillas,
 terracotas, seguro que después le resultará familiar las 
pinturas matéricas de los pintores informalistas Fautrier o Tàpies.

Acercarse a mirar la textura de la corteza de un corpulento
 árbol, las nervaduras de una hoja de plátano, las líneas 
de una frondosa cabellera, la estructura geométrica de una
 telaraña o el caer de las gotas de lluvia sobre la superficie 
de un charco, es abstraer la mirada de las formas 
acostumbradas y empezar a explorar los terrenos de la imaginación.
Cuando por momentos nos recreamos y le encontramos 
sentido a todo eso, ya hemos entrado al campo de 
comprensión y disfrute del Arte abstracto.


Es una realidad

En este racional mundo, de un realismo que raya en lo hiper real, las 
formas abstractas se enfrentan a la incomprensión, y están alejadas de la 
contemplación del grueso público. 

Esta acuarela de 1911 del ruso Vasily Kandinsky, catalogada como 
la primera pintura abstracta en la historia, marcó el inicio de 
una expresión plástica. 

En 2010 se celebró oficialmente la centena. No hay razón para 
discutir si son 100 o 101. 

Lo importante es analizarlo, cerciorarnos de que 
sirve para nada y para mucho.

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